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Cómo dar un buen feedback en tu centro educativo (y recibirlo)

Saber dar un buen feedback, así como recibirlo, es una habilidad clave para el día a día de directores y docentes. 

Pero siendo sinceros, ser una persona constructiva y encajar bien las críticas no es tan sencillo como parece. 

¿A quién no le ha sentado mal un comentario acerca de la labor que estábamos haciendo? ¿O cuántas veces has intentado opinar sobre el trabajo de alguien en el equipo y no has encontrado las palabras adecuadas? 

Es normal que a veces nos cueste recibir o dar un buen feedback, especialmente porque no somos realmente conscientes que este es el camino que nos lleva a la mejora personal y facilita el trabajo en equipo, consiguiendo escuelas felices. 

Y esta idea me parece muy muy importante, porque el feedback no se trata de juzgar, sino de oportunidades para mejorar. 

Así que por todo esto, hoy quiero hablar sobre el feedback que se da en los centros educativos y cómo puedes mejorar esta habilidad, tanto a la hora de darlo como a la hora de recibirlo. 

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Y ahora sí, vamos a ver cómo dar y recibir un buen feedback. Dale play o desliza si prefieres seguir leyendo. 

¿Qué es el feedback? 

El concepto que más se acerca en castellano al término feedback sería retroalimentación, aunque no se ajusta perfectamente. 

La retroalimentación es un proceso unidireccional, que camina siempre en la misma dirección. Por ejemplo, cuando le decimos a un compañero que es muy buen profesor y retroalimentamos ese mensaje repitiéndolo de vez en cuando.

Esto no podríamos considerarlo feedback, ya que el elemento indispensable es el retorno de esa comunicación, es decir, que tenga un camino de doble dirección: tú le dices que es muy buen profesor, y él te transmite que está cómo en el equipo.  

Teniendo en cuenta esto, podemos decir que el feedback es un sistema de comunicación continua entre los líderes y los colaboradores de una organización, en este caso, entre los directores, docentes y familias de una escuela. 

Cuando se comparten preocupaciones y sugerencias, cuando recabamos información para mejorar el funcionamiento de la escuela, cuando nos interesamos y empatizamos con compañeros o alumnos, estamos generando feedback. 

Lo bueno que tiene aplicar este sistema regularmente es que nos permite valorar y aumentar fortalezas, mejorando el rendimiento y también el desarrollo profesional y personal de todos los que forman parte del centro educativo. 

Y estas mejoras son las que facilitan el trabajo en conjunto, haciendo que directores, docentes y familias remen en una misma dirección. 

Cómo recibir un buen feedback 

Como te decía al principio, encajar el feedback nos puede costar un poco. Sentirnos analizados, valorados y juzgados no es nada sencillo. 

Por eso, una buena forma de aprender a encajarlo es empezar a verlo con otra perspectiva, entendiendo los tipos de feedback y las ventajas que tiene para nosotros recibirlo. 

Tipos de feedback

Podemos identificar 7 tipos de feedback en la empresa, y no todos son los ideales: 

  1. Implícito: que es el que se produce a través de señales más o menos sutiles como gestos, tonos de voz, miradas… Por ejemplo, el feedback de una compañera que te mira mal cuando estás exponiendo una idea. El problema que tiene es que puede ser tan ambiguo que puede llevar a malentendidos. 
  2. Explícito: en este tipo de feedback ya sí usamos mensajes claros y directos, eso sí, debe darse de manera adecuada (ahora te cuento cómo hacerlo).
  3. General: este tipo califica la globalidad del proceso o equipo, pero sin considerar sus diferentes partes por separado.
  4. Concreto: es el que señala actividades o detalles específicos que forman parte de procesos más amplios. Es el más eficaz a la hora de corregir fallos.
  5. Positivo: su objetivo es reforzar la conducta realzando, motivando e impulsando. 
  6. Negativo: el negativo por actitud es el que no se da de manera adecuada, y el negativo por contenido, es el que se centra en errores o aspectos a cambiar.
  7. Constructivo: este último Feedback es el que se centra en las diferencias entre el comportamiento deseado y el actual y da herramientas para modificarlo. 

De estos 7 feedbacks seguro que reconoces más de una situación en la que lo has recibido o dado. Como te decía, no todos están planteados de forma ideal, aunque si tienes en cuenta las ventajas del feedback, empezarás a verlo con otros ojos. 

¿Y cuáles son las ventajas del feedback? 

Sin duda, un buen feedback nos va a permitir identificar nuestros puntos débiles, mejorando y potenciando nuestras fortalezas para dar lo mejor día a día, enfocando el trabajo de una forma mucho más positiva y productiva. 

Esto, inevitablemente, nos va a impulsar a crecer no solo personalmente, sino profesionalmente. Tendremos las claves para mejorar nuestra metodología de trabajo y que nuestra aportación al mundo sea mucho mejor. Y eso, como ya sabrás, no tiene precio 🙂

Recibir feedback también nos ayuda a combatir el síndrome de Burnout (estar quemado), a reducir los niveles de estrés y de agotamiento, y a cambiarlos por más energía positiva. 

Y es que si sabemos lo que no está funcionando, podremos mejorar para que todo fluya mejor. El conocimiento siempre es poder. 

Otra de las ventajas de recibir feedback es que aumenta la confianza en nosotros mismos, a la vez que reduce los malentendidos y los conflictos (con la carga de energía que estos conllevan). 

Así que, en definitiva, ¡bienvenido sea el buen feedback! 

Cómo dar un buen feedback 

Uno de los errores que veo con más frecuencia en los centros educativos es el de percibir el feedback como una herramienta unilateral, en la que el flujo de información solo se mueve de directores a docentes, y nunca en la otra dirección. 

Todos y cada uno de los integrantes de la escuela pueden aportar, y aportan de hecho, multitud de habilidades profesionales y personales que hacen del centro una escuela feliz. 

Por eso, siempre digo que el feedback debe dirigirse tanto de un lado como al otro, y a poder ser, de forma frecuente, implementando incluso rutinas de feedback periódicas. 

Una idea es la de establecer encuentros mensuales o trimestrales, creando el ambiente propicio para hablar sobre lo que ha funcionado y lo que no. Y hacerlo tanto de forma conjunta como individual con cada miembro del equipo. 

A menudo pasa que una persona tiene una percepción sobre su desempeño diferente a la que tiene el centro, y estos encuentros pueden ser muy útiles para poner sobre la mesa las dos perspectivas y sacar conclusiones. 

Ya sea en estos encuentros o en el día a día, algunas consideraciones que pueden venirte bien para dar un buen feedback son:

#1 – Centrarse en el problema y no en la persona en sí. 

Uno de los riesgos que corremos al dar feedback es que la persona que lo reciba se lo tome como un ataque. Por eso, trata de centrarte en el problema y no tanto en el papel que la persona desempeña. 

Por ejemplo, en lugar de decir: “no nos gusta para nada la propuesta que has hecho para este trimestre”, trata de decir: “hemos valorado tu propuesta y hemos pensado que estaría interesante plantearla de forma diferente, por ejemplo cambiando la fase inicial por…”  

#2 – Especificar todo lo posible. 

Cuando se anda con rodeos, es fácil transgiversar las cosas. Por eso, es mucho más positivo plantear la situación de la forma más específica posible. 

Por ejemplo, en lugar de decir: “enhorabuena por tu presentación, pero esperamos más de ti la próxima vez”, cambia el enfoque: “enhorabuena por tu presentación, ha estado muy bien. Quizá para la próxima incluiría algunos datos estadísticos para que quedara más completa todavía”. 

#3 – Plantearlo de forma positiva.

 Ya hemos visto que nos cuesta encajar el feedback, así que puedes plantearlo para que la persona que lo va a recibir lo vea como algo positivo.

Por ejemplo: “quiero hacerte unos comentarios acerca del tema, y lo quiero hacer porque me encantaría saber tu opinión, ver cómo podemos mejorar y que todo funcione mejor para ti y para el resto, ¿qué te parece? ¿Vamos a ello?” 

#4 – Si es negativo, afrontarlo con empatía.

Cuando lo que tenemos que transmitir es algo negativo, hay que sacar a relucir nuestras dotes de empatía. Ponte en la piel de la otra persona (por ejemplo, no es lo mismo cómo recibirá el feedback un perfil junior que uno veterano), piensa bien en qué palabras vas a utilizar y si es posible, programa una reunión con antelación para que no le pille de imprevisto. 

Una técnica que te puede venir fenomenal para este tipo de situaciones es la del feedback sandwich: positivo – negativo – positivo. 

Por ejemplo: sabes que tu labor en el centro es súper valiosa y todos la apreciamos mucho, sin embargo, últimamente hemos visto algunos comportamientos un poco desagradables con otros compañeros. Por eso, me gustaría hablar contigo para ver cómo podemos solucionarlo, ya que creemos que eres un gran profesional y queremos que des lo mejor de ti en el equipo. 

Como ves, cuando hablamos de dar un buen feedback en tu centro educativo (y recibirlo) todo es cuestión de perspectiva. 

Espero que estos consejos te hayan resultado de utilidad y que los apliques en tu día a día. 

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